En medio de la reciente DANA que está afectando a la Comunidad Valenciana, no solo han proliferado noticias sobre el desastre, sino también bulos en redes sociales que difundían información falsa. Historias de rescates impactantes —como el de un bebé supuestamente atrapado por días— o situaciones extremas han sido desmentidas, pero no sin antes haber captado la atención pública. Sin embargo, la reacción de los medios tradicionales hacia estos bulos ha sido, cuanto menos, contradictoria. Parecen señalar la desinformación como un problema reciente y aislado, ligado a hechos de gran impacto social o catástrofes naturales, cuando en realidad los bulos son un fenómeno cotidiano y constante en la era de Internet.

Bulos en television

La propagación de bulos: un problema diario amplificado por Internet

La desinformación no es algo nuevo; los bulos han existido siempre, pero Internet y especialmente las redes sociales han amplificado su alcance. Hoy, cualquier usuario puede convertirse en un comunicador, compartiendo información con cientos o miles de personas en segundos. Este contexto ha cambiado la dinámica de la desinformación, pero los medios tradicionales tienden a tratar los bulos como un fenómeno puntual, ligado a hechos de gran impacto social o catástrofes naturales.

Ejemplo de bulos recientes en la DANA

Durante la DANA, numerosos rumores y noticias falsas circulaban en redes sociales, como la historia falsa de un bebé atrapado durante varios días en una zona inundada o el colapso de los servicios de emergencia. Estas historias, que circularon rápidamente sin confirmación, dificultaron la labor de los servicios de emergencia y generaron alarma entre la población, ejemplificando el problema de la difusión masiva de desinformación en situaciones de crisis.

Datos sobre el crecimiento de la desinformación en redes

Un estudio del Instituto Reuters en 2022 reveló que más de un 70% de los usuarios de redes sociales en España ha encontrado información que considera falsa o inexacta. Además, un análisis de Statista mostró que en 2021 las denuncias de contenido falso aumentaron un 30% en comparación con el año anterior, lo que evidencia la creciente presencia de bulos en el día a día, independientemente de eventos de alto perfil como la DANA.

La contradicción mediática sobre la libertad de expresión y la identidad digital

Cuando estos bulos captan la atención de la opinión pública y afectan situaciones sensibles, algunos medios y periodistas tradicionales plantean limitar la libertad de expresión en redes, sugiriendo la necesidad de una identidad digital obligatoria. Sin embargo, esta misma prensa defiende la libertad de expresión sin fisuras en otros contextos, como en el caso del rapero Valtònyc. Este caso destaca por ser un ejemplo claro de cómo la libertad de expresión en redes se defiende selectivamente según la narrativa de los medios: a pesar de emitir comentarios explícitos de odio, como su famoso “Que se joda España”, el contenido sigue disponible en redes como Twitter/X, que prohíbe en sus políticas expresiones de odio.

Además, Valtònyc ha realizado publicaciones que, de manera directa, enaltecen a grupos terroristas y justifican la violencia, siendo defendido en numerosos medios como ejemplo de libertad de expresión, aun cuando sus publicaciones no cumplan con las normas de las plataformas en las que se encuentra activo. Este caso genera un contraste con la postura de los mismos medios que ahora sugieren limitar el anonimato y exigir una identidad digital para frenar la desinformación en redes.

El papel de los medios tradicionales y su doble discurso

Es importante señalar la paradoja en el discurso de los medios tradicionales: critican la desinformación en redes sociales y los «medios alternativos», sugiriendo que estos son la causa de muchos problemas. Sin embargo, una gran parte del contenido actual en los noticiarios se alimenta precisamente de redes sociales. Desde las tendencias en Twitter hasta videos virales, gran parte de las noticias que hoy emiten los medios tradicionales están basadas en contenido extraído de plataformas digitales.

Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid de 2021, ya entonces, alrededor del 30% de las noticias emitidas en los medios tradicionales durante el prime time televisivo contenían contenido de redes sociales, como tendencias, videos virales y noticias impactantes generadas por usuarios. Esta dependencia de las redes en los medios tradicionales refleja la complejidad del problema: mientras que critican el impacto de estas plataformas, al mismo tiempo dependen de ellas para captar audiencia y generar contenido. Este doble discurso es, sin duda, cuestionable, pues desplaza el problema hacia plataformas y usuarios individuales, mientras que los propios medios se benefician de estos mismos espacios.

¿Un discurso conveniente o una preocupación genuina?

La proliferación de bulos es un problema real que afecta a la sociedad y tiene consecuencias en la vida diaria de los ciudadanos. Sin embargo, la tendencia de los medios a señalar la desinformación como algo “nuevo” y “extraordinario” parece una estrategia para mantener un discurso conveniente, en lugar de una preocupación genuina. En lugar de una respuesta estructural y constante a los bulos, los medios tradicionales solo muestran preocupación cuando estas noticias falsas afectan una narrativa o evento relevante para ellos.

 

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