Analogía de la evolución del hombre vs evolución del formato musical

Analogía de la evolución del hombre vs evolución del formato musical

¿El denominado «pirata» que descarga música para su propio uso es tan inmoral como nos lo quieren pintar todos los días en todos los medios de comunicación o hay otra cara de la moneda?

¿Está ofreciéndonos la industria musical lo mejor que puede o están conformándose en estirar lo máximo posible tecnologías ya disponibles hace décadas?

¿Se intenta desde la industrial musical buscar por todos los medios ofrecer la máxima calidad artística y tecnológica en el producto que se nos vende o es una simple industria del montón que intenta maximizar beneficios por encima de cualquiera otra consideración?

Más de un tercio de los que escuchan música de forma habitual, aún piratean música según el reporte “Music Consumer Insight Report 2018” de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI), pero la situación no es tan injusta como la pintan representantes de IFPI. Es frecuente escuchar hablar de la inmoralidad de piratear y descargar música sin pagar por ella pero esto no deja de ser una verdad a medias.

Calidad vs Versatilidad en la evolución del formato musical

Discos de vinilo en una tienda – Imagen de Pixabay

El formato musical ha pasado por multitud de fases en el siglo 20, pasando por vinilo, cassete, cd, archivo multimedia o las actuales plataformas de streaming. Lo curioso sin embargo, es que el avance en comodidad no es ni mucho menos proporcional a la calidad técnica del formato en términos absolutos. Podríamos incluso afirmar que calidad y conveniencia son inversamente proporcionales.

Recientemente me encontré con un artículo publicado en 2014 en https://vulcanpost.com/11742/the-evolution-of-music-from-radio-to-cds-itunes-and-finally-spotify/ en el cual puede observarse una ilustración que simula la evolución del hombre haciendo una analogía con un sistema de reproducción musical. Digamos que la primera analogía es la del mono y el vinilo.

Y es que la creencia popular de que cada formato musical que sale es superior en todo al anterior está basada en la absoluta falsedad de la propia industria discográfica y la completa ignorancia o incompetencia de muchos medios de comunicación.

La industria del ocio audiovisual en general siempre ha buscado maneras de volverse más eficiente a la hora de implementar nuevas tecnologías y hacerlas rentables. Un buen ejemplo de ello lo podemos encontrar en la aparición de Dolby Estéreo en salas de cine en los años 70 para combatir la imposibilidad de implantar a gran escala las características multicanal de los formatos de 70mm de entonces, tema para otro post.

Llegada del CD y comienzo de la Era digital

Sony y Philips anuncian un esfuerzo conjunto para crear el CD en 1979 – Imagen de Philips a través de gizmodo.com.au

Con la aparición del CD en 1982, la industria encontró varios elementos de conveniencia y vieron un «hit» que podría revolucionar el mercado en tiempo record. El tamaño del CD junto con la promesa de ser un formato que no se deterioraba con el tiempo serían claves en el rápido aumento de su popularidad. El elemento «láser» y otros pequeños detalles hacía que el marketing de dicho formato fuera cosa de niños.

Sin embargo, la pura realidad era otra y no tan conocida por el público. Las limitaciones de la tecnología digital de 1982 fundaron las especificaciones técnicas del CD sobre unas características hoy obsoletas. Los 44,100 Hz de frecuencia de muestreo y 16 bits de resolución del CD no son suficientes para capturar una onda de sonido por completo y por tanto el CD, pese a ser un formato superior al vinilo en casi todos los aspectos, no igualaba técnicamente al vinilo en absolutamente todas sus especificaciones, ni captaba el sonido de una manera tan natural. Esta opinión suele ofender a quienes defienden la suficiencia del CD como formato de audio pero no pretendo decir lo contrario. Lo que si intento explicar es que el CD no se diseñó eligiendo unas especificaciones técnicas óptimas sino las que eran posibles en la época. Ejemplo de ello es como la propia industria ha diseñado a posteriori formatos superiores como el SACD y DVDaudio sin ninguna repercusión. Es importante destacar que pasaron varios años desde su lanzamiento, para que la industria consiguiera mejorar y perfeccionar la ingeniería a la hora de editar el CD y aprovechar el mejor rango dinámico que éste ofrecía.

Podríamos concluir que el Compact Disc supuso una evolución con algunos matices y destacaría 2 hechos relevantes a tener en cuenta cuando hablamos del vinilo como formato de audio:

  1. Puristas y amantes al sonido «high end» siguieron eligiendo durante décadas el vinilo como su fuente de sonido predilecta. Es un hecho constatable si repasamos revistas especializadas del sector en los 90 como Alta Fidelidad o incluso On Off en España. Tal vez no debamos confundir esto con la opinión del «friki» amante de lo retro que sin una experiencia real, asegura que el vinilo es superior.
  2. Un importante porcentaje de coleccionistas de música y también consumidor medio, compraba la música en vinilo por el simple atractivo y encanto de su portada. Esto se está constatando con la reaparición del vinilo como fenómeno retro pero ya era un factor que hacía más atractiva su compra frente al CD en sus tiempos.

Se puede prácticamente confirmar que el CD ha sido el mejor y probablemente único gran avance tecnológico en la industria musical de los últimos 36 años si tenemos en cuenta que sigue vigente como el formato físico estándar en la actualidad en 2018.

Conclusión

No es mi intención entrar a discutir las diferencias audibles entre formatos. El formato CD tradicional o el de alta definición SACD  presenta diferencias que son más acentuadas si se comparan con formatos de compresión como el MP3. Las diferencias, más o menos sutiles en función de la música que se escuche, existen y son audibles en palabras de muchos expertos que se han sometido a la prueba de comparar una misma pista musical en diversos formatos. Existen opiniones encontradas al respecto pero en cualquier caso importa poco lo que se crea.

Al margen del debate de las diferencias audibles, el formato físico ha tenido la oportunidad durante más de 3 décadas de evolucionar de manera natural a un formato de alta definición que aportara la excelencia de cara al aficionado más high end y también ofreciera características mejoradas como «5 a 10 veces mayor capacidad», «imágenes y metadatos», «sonido multicanal», etc. A pesar de que dichos formatos como el DVD Audio o SACD se desarrollaran, no se tuvo el valor de forzar su implantación y así ofrecer al consumidor un producto actualizado con una tecnología acorde a los tiempos que corrían.

La moraleja que puedo extraer de esta conclusión es que a la industria discográfica se le «perdona» su incapacidad para evolucionar y ofrecer al consumidor productos mejores y adecuados en el tiempo. Al gremio relacionado con el arte no se le aplica la misma vara de medir que a otros gremios como puedan ser el mismo en el que yo trabajo. Una empresa de diseño Web está obligada a innovar, evolucionar o morir al igual que un fabricante de coches. Parece que la competitividad de la industria fuera irrelevante en la industria discográfica.

Pero esto no acaba aquí. En la siguiente parte de esta publicación, vamos a recordar cuándo y cómo irrumpió el formato que dió un vuelco a toda la situación y dejó patas arriba la industria musical.

No te pierdas la segunda parte de este artículo:  Industria discográfica vs Consumidor. Parte 2: Los otros piratas

 

Enlaces de interés relacionados con este artículo: 
Tim Jonze (editor musical de The Guardian), Jason Phipps (jefe de Audio en The Guardian) y Samuel Gibbs (asistente tecnológico y editor); acuden a Graham’s Hi-Fi en Londres para escuchar y comparar diversas pistas musicales, cada una en 4 formatos:  Mp3 en 128kbps y 320kbps, CD y master digital de estudio en 24-bit: https://www.theguardian.com/technology/2014/aug/21/mp3-cd-24-bit-audio-music-hi-res